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sábado, 25 de mayo de 2013

Nobuyuki Tsujii

Verdaderamente hay que descubrirse ante "Nobu", no sólo por su genial virtuosismo, sino por la lección de vida que nos da. 
Nobuyuki Tsujii nació en Tokio el 13 de Septiembre de 1988. Ciego de nacimiento, a la edad de dos años, comenzó a jugar al "Do Re Mi" en un piano de juguete después de que su madre hubiera estado tarareando la melodía. Comenzó su estudios de piano a la edad de cuatro años. En 1995, a la edad de siete años, Nobu ganó el primer premio en el All Japan Music de Estudiantes Ciegos por la Asociación Helen Keller Tokio. En 1998, a los diez años, debutó con la Orquesta del Siglo, de Osaka. Dio su primer recital de piano en el pequeño salón de Tokio Suntory Hall a los 12 años. Posteriormente, hizo su debut en el extranjero con actuaciones en Estados Unidos, Francia y Rusia. 
En octubre de 2005, llegó a la semifinal y recibió el Premio de la Crítica en el decimo quinto Concurso internacional de Piano Chopin celebrado en Varsovia, Polonia.
Entre los concursos ganados destaca la medalla de oro en el Van Cliburn Internacional, único invidente en hacerlo. Posee una memoria musical impresionante, capaz de aprenderse el concierto nº 2 de Rachmaninoff, sólo de oído.  
La calidad interpretativa de Nobuyuki Tsujii impresiona por sí sola y es independiente del hecho de que sea ciego, pero su invidencia eleva aun más su proeza.
La ausencia de la vista obliga a los invidentes agudizar sus otros sentidos. Se ha establecido que a nivel de la población general, la ocurrencia del oído absoluto (capacidad para identificar y reproducir una nota musical sin ayuda de referencia externa) entre los ciegos es mucho mayor que entre los videntes; específicamente entre los músicos, normalmente menos del 20% de los videntes poseen oído absoluto, mientras que un estudio científico arrojó que el 57.1% de los músicos invidentes poseían esa capacidad. Los científicos consideran que la ausencia de la vista en los ciegos congénitos o los que perdieron la vista a muy temprana edad les permite aprovechar las neuronas de su corteza visual para otros sentidos, especialmente el sentido auditivo para los casos de los músicos .
Al reunirse con 275 estudiantes de piano en Dallas-Fort Worth, Nobu les dijo: “por favor practiquen lo mejor que puedan, pero siempre recuerden que para darle significado a su música deben tomar tiempo para experimentar la vida. Hago cosas como escalar montañas, nadar, esquiar, caminar por el río. Lo que sea que les guste hacer, los ayudará a disfrutar más su música”.

Concierto para piano y orquesta nº 2 de Rachmaninov
Sonata Hammerklavier Op.109 de Beethoven
La campanella de Liszt
Arabesco nº 2 de Debussy

miércoles, 1 de mayo de 2013

Krystian Zimerman

Se llevó la gran sorpresa cuando a los seis años descubrió que no todos los hogares disponían de un piano:
       Hasta entonces había supuesto que tocar el piano era una parte tan natural de la vida como comer, beber o dormir. Con esta misma edad debutó en la televisión de su Polonia natal interpretando sus propias obras.
       Nacido el 5 de diciembre de 1956 en Zabrze (Polonia), a los cinco años había comenzado a tocar el piano siguiendo en los inicios de su trayectoria musical primero las lecciones aprendidas en su casa de su propio padre y poco después, las de Andrzej Jasinski en el Conservatorio de Katowice y en el de Varsovia, estudios todos que cristalizarían en la obtención -aun antes del Premio Chopin- de siete primeros premios de interpretación pianística tanto en Polonia como en otros países.
       Solamente dos meses después de completados sus estudios, en octubre de 1975 y contando, pues, solamente con 18 años, Zimerman obtiene -el más joven entre 118 participantes de 30 países diferentes- el primer premio, la medalla de oro y otros premios especiales del Concurso Internacional Chopin, de Varsovia, fundado en 1927 y considerado uno de los más (si no el más!) importantes del mundo: Krystian Zímerman no sólo ganaba en limpia competición en todas y cada una de las especialidades del premio (Mazurka, Polonesa, Sonata, Concierto) sino que se convertía en el artista más joven que haya obtenido hasta hoy este prestigioso galardón.
       Aunque ya había actuado en Polonia y en el extranjero tras ganar los otros concursos a que aquí se ha hecho referencia y habiendo actuado en ciudades como Viena o Copenhague y en varias otras de países de Europa Oriental, el Premio Chopin catapultó al joven músico al primer lugar en los circuitos musicales internacionales, al debutar sólo unos meses después en Europa Occidental con conciertos en Alemania, Holanda, Bélgica, Italia, Noruega y Suecia o en el de apertura del igualmente prestigioso Concurso Bartók-Liszt, de Budapest.
       No obstante y a pesar de toda la gloria de sus éxitos clamorosos anteriores, lo que para Zimerman supone realmente un antes y un después en su trayectoria vital y artística es su encuentro en París, a finales de 1976, con Arthur Rubinstein, hecho decisivo -según revelaría posteriormente el propio Zimerman- en la transformación de su visión de la música, en el momento en que comienzan a extenderse sus actuaciones a todo lo largo y ancho del mundo. Su debut en el Festival de Salzburgo tiene lugar el 30 de julio de 1977 con un programa dedicado a Chopin (Balada n.º 3 op. 47; Scherzo n.º 2, op. 31; Gran Polonesa brillante precedida de un Andante spianato, op. 22 y Sonata op. 58); en 1978 tiene lugar su primera gira de conciertos por Japón y en 1979 por los Estados Unidos, con momentos culminantes en su actuación con la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, bajo la dirección de Carlo Maria Giulini, o en Nueva York, con la Orquesta Filarmónica de esta misma ciudad.
       En 1980, y tras un corto período de descanso en su actividad concertística dedicado al estudio y al afianzamiento de la propia y ya extraordinariamente cuidada preparación, Krystian Zimerman protagoniza, en una nueva temporada de conciertos, dos grandes comparecencias públicas con Herbert von Karajan, en Salzburgo primero (Festival de Pentecostés) y en el Festival de Lucerna inmediatamente después interpretando el Concierto n.º 2 de Chopin, como preludio a su grandiosa actuación del año siguiente (1981) en el Festival de Pascua de la ciudad cuna de Mozart, con una lectura tan excepcional del Concierto para piano de Schumann que llevaría a la orquesta y al mismísimo Karajan (tan parco siempre en este tipo de manifestaciones externas) a la ovación espontánea e incondicional al joven maestro desde el mismo escenario una vez concluido el concierto.
       Desde entonces sus actuaciones públicas -no más de cincuenta por año en todo el mundo- le han llevado a actuar como solista con orquestas como la Filarmónica de Nueva York o de Munich, Sinfónica de Boston (su grabación con esta orquesta y dirección de Seiji Ozawa de los conciertos de Liszt fue reconocida internacionalmente con la concesión del International Critic Award), London Symphony Orchestra, London Philharmonia, Royal Philharmonic Orchestra, Orquesta Nacional de Francia, Orquesta Sinfónica de la Scala de Milán, Orquesta Philharmonia de Nueva York... O con directores como Barenboim, Previn, Mehta, Davies, Ashkenazy... si bien ha sido con la Filarmónica de Berlín, tanto en esta ciudad como en otros países, con la dirección de Herbert von Karajan; con la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, bajo la batuta de Carlo Maria Giulini o con la Orquesta Filarmónica de Viena a las órdenes de Leonard Bernstein (con quien encaró el proyecto de grabación de los Conciertos para piano de Beethoven en 1989, proyecto interrumpido tras la realización de los tres últimos con la muerte del gran director norteamericano el 14 de octubre del 90, y por respeto al cual el pianista terminó el proyecto en 1991 con la grabación de los dos primeros y bajo su propia dirección), con quienes ha encontrado Zimerman la compenetración que ha supuesto la base de los hitos más importantes de su carrera musical. Como lo ha sido asimismo Lutoslawski al componer especialmente para él y a él dedicar su Concierto para piano, estrenado por Zimerman en la edición del año 88 del Festival de Salzburgo en una actuación memorable, el día 19 de agosto, con la Orquesta Sinfónica de la ORF dirigida por el mismo Lutoslawski y con la presencia de Anne-Sophie Mutter en otra parte del concierto; obra ésta de Lutoslawski presentada por Krystian Zimerman en sus giras inmediatas por Europa y América y grabada con la orquesta de la BBC en el mes de noviembre del año siguiente.
       A pesar de la aludida grabación de referencia de los conciertos beethovenianos, no es solamente un intérprete de Beethoven (de hecho, durante algún tiempo se apartó de este autor para evitar ser etiquetado como "intérprete de Beethoven", trabajando en su lugar Liszt con la finalidad de eludir anidajes musicales), sino que su repertorio incluye autores como Haydn, Mozart, Brahms, Liszt, Schumann, Schubert (Conciertos de 1 de diciembre del 89 y 29 de octubre del 92, para Asociación Cultural Salzburgo), Chopin, Grieg, Debussy, Rachmaninov, Prokofiev, Bartók, así como otros compositores polacos contemporáneos (Szymanowski, por ejemplo, en el concierto del 29 de octubre del 92, para esta Asociación Cultural).
       A Zimerman le puede llevar años preparar una obra para interpretarla en público: su método de trabajo consiste en estudiar un amplio repertorio de obras a la vez, cada una a un diferente nivel de dominio o preparación. Haber vivido durante diez años con una composición como el Concierto para piano n.º 2 de Brahms o la Sonata en si menor de Liszt (su grabación de esta obra le mereció el Premio Ritmo en 1991) ayuda a producir una interpretación madura y meditada. Este método de trabajo en sintomático de su fe en inversiones a largo plazo ya se trate de estudiar, de planificar sus conciertos o en el momento de la toma de decisiones diarias.
       Como ya se ha indicado aquí mismo, limita sus intervenciones públicas a no más de cincuenta por año en todo el mundo, compatibilizándolas con de una a tres grabaciones anuales según su contrato con Deutsche Grarnrnophon, el ya centenario "sello amarillo" del que es artista exclusivo. Muchas de estas grabaciones han obtenido los más importantes reconocimientos mundiales en forma de premios entre los cuales, y a título solamente de ejemplo, el Gramophone Award, el Grand Prix du Disque, el Edison, el Diapáison d'Or, varios Ritmo, habiendo sido asimismo nominado para el Grammy, tras ser igualmente distinguidas algunas de estas grabaciones con varios premios diferentes al mismo tiempo (la de las Cuatro Baladas, de Chopin, tuvo los premios Ritmo y el International Record Critics Award; la de las Sonatas para violín y piano de Strauss y Respighi, con Kyung-Wha Chung, el Edison, el Ritmo y el Gramophone Award; o la de la Sonata en Si menor, de Liszt, el Ritmo, el Grand Prix de la Nouvelle Académie du Disque y el CD Compact Prize).
       A pesar de haber participado en diversos concursos y ganado, como ya ha sido aquí reflejado, varios de ellos al principio de su carrera, Zimerman se opone firmemente a la idea de los concursos como método de selección musical y declina todas las invitaciones para ser parte del jurado de concursos internacionales. Al margen del piano, se interesa por el órgano, la electrónica y la psicología. Está felizmente casado y tiene dos niños: Claudia y Ricki.
Sonata nº 8 Patética de Beethoven
Concierto nº1 y 2 de Brahms dirigido por L.Beirnstein
Valses nobles y sentimentales de Maurice Ravel
Baladas 1-4 de Chopin