Artur Schnabel nació el 17 de abril de 1882 en Lipník (actualmente en la República Checa).
Siendo todavía pequeño Schnabel ingresa en el conservatorio de Viena en donde se hace discípulo de Leschetitzky, hasta los 15 años, para pasar luego a Berlín hasta 1933. Dentro del ámbito alemán amplía su repertorio mediante música de cámara actuando junto a Flesch y Becker, como también con el español Pablo Casals, Emmanuel Feuermann, Pierre Fourniere, Paul Hindemith, Joseph Szigeti, William Primrose, siendo además acompañante de su esposa, la contralto Thérèse Behr (1876-1959). Tuvieron dos hijos, Karl Ulrich y Stefan. El primero de ellos llegó a ser un excelente pianista, grabando inclusive junto a su padre. Stefan por su lado se convirtió en actor. Ante el avance del nacional socialismo en 1933 los Schnabel abandonan Alemania.
Después de pasar por Inglaterra emigran a los Estados Unidos, donde Artur se convierte en profesor de la Universidad de Michigan y luego de la Ann Arbour (1940-1945). Con posterioridad, al finalizar la II Guerra Mundial, vuelve a Europa fijando su residencia en Suiza hasta su fallecimiento en 1951.
De joven, Schnabel llegó a dominar prácticamente casi todo el repertorio pianístico, y según los comentaristas de esa época, poseía recursos técnico – mecánicos “de sobra”. Sin embargo, aproximadamente desde la cuarta década de su vida comenzó a ser cada vez más selectivo en sus ejecuciones, alejándose paulatinamente de la ejecución de románticos como Liszt y Chopin. Ante la pregunta de por qué había tomado esta decisión, respondió “...los estudios de Chopin son piezas encantadoras, perfectas, pero simplemente no puedo perder el tiempo con ellas...” Schnabel era en ese sentido un buscador incansable del posible ideal interpretativo de Beethoven. Schnabel no se conformaba, con “cualquier partitura” de Beethoven. Por tal motivo se tomó el trabajo de buscar y tratar de conseguir todas las primeras ediciones de dicho músico alemán y cotejarlas con las que circulaban en las distintas editoriales musicales.
Debido a esta situación se pudo comprobar que las primeras ediciones de las sonatas de Beethoven tenían ciertas diferencias con las posteriores, especialmente en el uso de las ligaduras y el pedal. En la época de Beethoven es que recién empieza a manifestarse el piano tal como lo conocemos más o menos en la actualidad, y muchas obras de este compositor no disponían aún esos elementos técnicos mecánicos. Recién después de un profundo análisis de las obras de Beethoven por parte de Schnabel, es que salían a luz sus interpretaciones tanto a nivel de conciertos en público como también las grabaciones. Por lo tanto, este pianista austriaco fue un auténtico analista, el cual efectuaba a priori una verdadera “disección” de las obras que quería interpretar: un gran perfeccionista.
Arthur Schnabel fue el primero en grabar las 32 sonatas de Beethoven, labor que le llevó cuatro años, desde 1931 a 1935. Quizás en la actualidad esta edición (ya pasada a CD) no logre conformar a muchos amantes del genio de Bonn, pero al menos puede ser considerada como un punto de referencia con relación a la idea musical de la interpretación beethoveniana. Hace pocos años atrás, cuando se reeditaron los registros de las sonatas de Beethoven los cuales Schnabel había grabado en la década de los años treinta, existieron algunos comentarios desfavorables, los cuales expresaban que este pianista “no ofrecía nada nuevo”. Pero el hecho es que se compararon estas grabaciones con las que hicieron otros pianistas… unos 20 a 30 años más tarde que él.
Arthur Schnabel era de la opinión que la mejor interpretación que un pianista podía hacer sobre determinada composición, siempre era “inferior” a la propia obra en sí. Ha dejado a la posteridad numerosos registros. Además fue un pianista muy respetuoso de Mozart, del cual expresaba, “a los niños se les dan obras de Mozart dado que tienen pocas notas, pero algunos grandes rehuyen a Mozart por... la calidad de las notas”. Años más tarde el pianista brasileño José Carlos Cocarelli se expresaba de manera bastante similar, “es difícil interpretar a Mozart porque es simple, pero tiene trucos, su simplicidad es 'complicada'”.
10 horas de música, Todas las sonatas para piano de Beethoven por Arthur Schnabel