Nelson Freire nació el 18 de octubre de 1944 en la ciudad brasileña de Boa Esperanza. Desde los primeros años de su vida ya se mostraba como un verdadero talento prodigioso. Con apenas 3 años se sentaba al piano y con sus pequeñas manos repetía todo lo que su hermana mayor tocaba al piano.
Con cinco años era capaz de tocar más de cuarenta piezas e incluso llegó a tocar uno de los conciertos de Mozart delante del público.
Con 6 años se traslada con su familia a Río de Janeiro para estudiar con Nise Obino y Lúcia Branco.
Con sólo ocho años toca con la sinfónica de Río de Janeiro uno de los conciertos para piano y orquesta de Mozart y con trece, con la misma orquesta, el Concierto “Emperador” Nº 5 de Beethoven.
Su fama llega a tales niveles, que cuando tuvo diez años, pusieron su nombre a una de las calles de su ciudad natal Boa Esperança. A los doce se presenta en el Concurso de Piano de Río de Janeiro. Como miembros del jurado tuvo nada menos que a su compatriota Guimoar Novaes, Lili Kraus y Marguerite Long. El pequeño Nelson se lleva todos los premios.
Se traslada a Viena para continuar sus estudios de piano con el maestro Bruno Seidlhofer, durante site años. Se puede decir que ya a los quince años Nelson Freire no era simplemente un prodigio, sino un pianista plenamente formado con todas sus características: pleno dominio técnico y una enorme riqueza musical interpretativa.
En 1964 obtiene el primer Premio en el concurso internacional “Vianna da Motta” en Portugal en pugna con el pianista ruso Vladimir Kraniev. A partir de ese momento comenzó a presentarse con las orquestas sinfónicas de mayor prestigio europeo.
En 1970 se presenta por primera vez en los Estados Unidos, concretamente en Nueva York ejecutando el Concierto Nº 4 de Rachmaninov. Tuvo tal éxito, que siguió con presentaciones en público en Chicago, Los Ángeles, Clíveland y Denver.
Nelson Freire inicia una gran amistad con la pianista argentina Marta Argerich, con la cual realiza varias actuaciones y grabaciones a dos pianos. También actuó con Gidon Kremer y Misha Maisky.
Nelson Freire da aproximadamente entre 50 a 60 conciertos por año. No le gusta ser el pianista tipo “máquina”, es decir, dar conciertos a cada momento. Dice al respecto que uno “pierde frescura”. No se muestra absolutamente fanático con los “programas” como quizás algunos de sus colegas. Al respecto manifiesta que no es de su agrado adelantar programas con mucho tiempo de antelación, quizás hasta con dos años, (sistema que hasta le parece “demencial”) dado que –según sus propias palabras- uno nunca sabe cuáles serán sus deseos o gustos con alguna obra programada para el momento que tenga que ser ejecutada delante del público. Es por eso que a veces efectúa cambios en los programas ya preparados. Tampoco le interesa mucho el “marketing” expresando al respecto que ese asunto le aburre como todo aquello que sea “no tocar el piano”. También lee y escucha mucha música manifestando que siendo estudiante en Viena se pasaba comprando partituras y discos para leerlos y escucharlos, situación que en la actualidad no ha cambiado.
Entre sus compositores preferidos hay que destacar su predilección por Chopin. Por tal motivo, algunas compañías discográficas le han pedido realizar la grabación integral del genio polaco, sin embargo siempre se ha negado, alegando que no le veía sentido semejante acción por el simple hecho de hacer algo “integral”. De todas maneras ya ha registrado sus Estudios y años atrás también los Preludios.
En los últimos tiempos ha vuelto a los estudios para efectuar grandes registros y es por tal motivo que sus actuales grabaciones de Chopin, Schumann y Brahms lo han catapultado nuevamente a grandes niveles de relevancia internacional. Su vida transcurre principalmente entre las ciudades de París y Río de Janeiro.
La balcarola de Chopin Op.60
Concierto para piano y orquesta de Schumann, op 54
Documental sobre Nelson Freire