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viernes, 12 de octubre de 2012

Chick Corea

Armando Anthony Corea nació en Chelsea, Massachusetts, el 12 de junio de 1941.
Es intérprete de piano, clavicordio, vibráfono y batería, además de compositor. Considerado uno de los compositores de jazz más importantes, técnico e innovador, ha sabido ganarse el reconocimiento del selecto público de jazz y ha llegado a convertir su eclecticismo en “santo y seña” del jazz contemporáneo, hasta el punto de conformar una de las personalidades más influyentes del último tercio del siglo XX. Esto le llevó, en 1973, a ser distinguido como “jazzista del año” en la prestigiosa revista Down Beat. A partir de entonces, Corea ha sido estimado por la crítica como uno de los músicos más relevantes del circuito jazzístico norteamericano. Ganó un premio Grammy en 1975.
Empezó a tocar el piano a los cuatro años. A los cinco inició sus estudios serios de piano clásico con Salvatore Cullo, un profesor de piano italiano –al igual que la familia de Chick-. Parece clave la influencia de su padre, trompetista, bajista, arreglista y compositor, que inculcó al joven Corea un concepto musical próximo tanto al mundo clásico como al jazz de los años cuarenta-cincuenta, algo que se percibió con claridad en el desarrollo pianístico de este compositor y ejecutante. A los 19 años decidió emigrar a Nueva York en busca de su propia identidad; en esa ciudad coincidió con personalidades sobresalientes del mundo del jazz, como John Coltrane o Miles Davis. El primer trabajo le llegó a Chick Corea en la orquesta de Phil Barbozza, en Boston, donde se introdujo de lleno en la música latinoamericana, en parte por el influjo del percusionista del grupo. Algo más tarde, a pesar de haber aprobado el difícil examen de acceso a la Juilliard School Of Music, abandonó estos estudios para dirigir sus pasos hacia la profesionalización musical y entrar a formar parte de la banda de Mongo Santamaría (con quien debutó y permaneció cuatro meses) y después, en 1963, del grupo de Willie Bobo. Estas importantes experiencias musicales le condujeron, durante el periodo 1964-1966, a integrarse en las bandas de Cal Tjader, Warren Covington y Blue Mitchel. Fue entonces cuando se produjo el gran despegue musical del joven Corea, que empezó a destacar como un original intérprete y compositor, muy apegado, eso sí, a los ritmos calientes sudamericanos y caribeños.
A partir de 1965, el pianista de Massachusetts colaboró, entre otros, con Herbie Mann y Pete La Roca. Con este último, además, participó en un elepé mítico: Bliss!, con temas del propio La Roca, y en el cual se aprecia la envidiable técnica del joven músico. Álbum, en fin, fluctuante entre la música clásica contemporánea y el free jazz, ya de moda en esos años. Llama la atención en este disco la aportación musical del saxo tenor John Gilmore, así como los frenéticos ritmos latinos de Corea. Hay que decir, de todas formas, que en torno a este año llegó a trabajar con prestigiosas figuras del mundo del jazz como Joe Farrell –a quien rescató posteriormente para algunos de sus grupos-, Steve Swallow, Joe Chambers o Woody Shaw. También en esta etapa colaboró con el elegante saxofonista Stan Getz, hacia 1966, cuando precisamente cotejaba la posibilidad de abandonar el piano por la batería, instrumento que estudiaba por aquellos años. Precisamente, al abandonar Gary Burton el “cuarteto” de Getz, fue sustituido por Corea al piano. Participó entonces en varios vinilos de Stan Getz –quizá el más sobresaliente fuera Sweet Rain (1967)-, junto a otros músicos legendarios como un jovencísimo Ron Carter. 1966, además, fue el año en el que grabó su primer trabajo en solitario: Tones For Joan’s Bones, que causó una grata sorpresa.
En 1968, abandonó el “cuarteto” de Getz y se aventuró en brillantes colaboraciones –como su estancia en la banda de Sarah Vaughan-, al tiempo que grabó otro de sus sobresalientes primeros trabajos: Now He Sings, Now He Sobs (1968), con músicos como Roy Haynes o Miroslav Vitous (con quienes trabajará de nuevo en 1982). Pero lo más llamativo en este año fue, sin duda, su colaboración con el “quinteto” de Miles Davis, auténtico pasaporte a la fama. Su entrada en esta formación se produjo por influencia del batería -Tony Williams-, quien recomendó a Davis la inclusión de Corea en el grupo. Con Miles, Chick Corea introdujo el piano eléctrico como innovación. A partir de entonces, fue usual encontrar este instrumento en las bandas de jazz. Participó en los discos In a Silent Way y, sobre todo, Bitches Brew, otra de las cimas del jazz contemporáneo, con cuya grabación el genio de Miles se convirtió en inductor de un nuevo estilo de jazz que primero denominaron jazz-rock, y, poco después, fusión. Puede decirse por tanto que Chick Corea se vio envuelto en uno de los proyectos más importantes de Miles Davis, cuyo “ojo crítico” para captar nuevos talentos era enorme. De todas maneras, Corea continuó desarrollando su producción propia (Is o Sundance, ambos de 1969), al tiempo que colaboraba además con Wayne Shorter, otro músico de la vanguardia jazzística y vinculado al “quinteto” de Miles.
En los años 70 dejó el grupo de Miles Davis y se asoció con Dave Holland y Barry Altschul para crear una formación estable llamada Circle; aunque un año después, en 1971, Antony Braxton se unió al grupo. Se creó entonces un “cuarteto” que llegó a grabar cuatro discos, de los cuales sobresalió el titulado Circle, grabado en directo en 1971 para la prestigiosa firma EMC. En este último año disolvió el grupo para embarcarse en una aventura en solitario que dio lugar, entre otras grabaciones, al fantástico elepé Piano Improvisations, editado en dos vinilos ejemplares que detallaron el genio de este pianista y lo encumbraron rápidamente como uno de los intérpretes más solventes y carismáticos de la escena jazzística. De cualquier manera, no dejó de colaborar en esta época con grandes músicos que siempre estaban dispuestos a llamarle: Elvin Jones, Stan Getz o Joe Farrell.
En 1972 le llegó el turno a una de las formaciones míticas de Chick Corea: Return To Forever. Fue un grupo esencial en la evolución del jazz rock y de la música de fusión en la década de los años setenta. La música de este grupo era una mezcolanza entre jazz, rock clásico y ritmos brasileños. No en vano, de su primera formación formó parte una pareja de brasileños: el batería Airto Moreira (quien procedía, a su vez, del grupo de Stan Getz, donde tocaba la percusión) y la cantante Flora Purim, de cálido timbre sonoro, al tiempo que un marcado carácter jazzístico. Además de éstos, integraban el grupo el flautista/saxofonista Joe Farrell (antiguo amigo y colega de Corea) y Stanley Clarke, un joven músico –técnicamente impecable- que venía avalado por el grupo de Joe Henderson, en cuya formación conoció a Chick Corea. La presentación del grupo se realizó con la grabación de Return To Forever, un vinilo esencial para el desarrollo del jazz rock en la década de los años setenta. Un tema de este disco -“La Fiesta”- se llegó a convertir muy pronto en un himno absoluto, un estándar en el repertorio del jazz. En 1973, el grupo grabó algunos álbumes más, entre los cuales destacó Light as a Feather, muy en el estilo del anterior citado y con temas que han pasado a la historia, como “You’re everything” o “Spain”. Tras una gira por Japón –donde el grupo tuvo más éxito que en Estados Unidos-, Chick Corea deshizo esta formación y creó un nuevo Return To Forever, esta vez más eléctrico, rockero y en clara evolución hacia el concepto de fusión; en él se mantenía Stanley Clarke –que usaba ya sólo el bajo eléctrico-, más la guitarra de Bill Connors, la batería de Lenny White y la percusión de Mingus Lewis. Eran músicos sobresalientes, pero sin embargo no consiguieron mantener el nivel de la antigua formación. El disco más representativo fue Hymn of the Seventh Galaxy (1973), que contenía un verdadero éxito de Corea: “Captain Señor Mouse”. En 1974, el grupo integró a dos guitarristas: Earl Klugh, quien después colaboraría con George Benson, y Al di Meola, que acentuó, más si cabe, el matiz español de la música de Chick Corea. El disco más sobresaliente de esta etapa pudo ser No Mistery (1975), que ganó en ese mismo año un premio Grammy. Manteniendo el grupo como una formación plural y de acompañamiento –como refleja el disco Musicmagic (1977), donde se dieron cita una decena de músicos-, Chick comenzó a grabar una serie de vinilos en solitario con grandes colaboraciones; entre ellos destacan The Leprechaun (1976), trabajo en el que tocaron Joe Farrell, Eddie Gómez o Steve Gadd –que, por cierto, estuvo en Return... en 1973 sustituyendo a Lenny White-, o My Spanish Heart (1976), de muy claras reminiscencias españolas. En definitiva, Return to Forever, formación mítica donde las haya, siguió emergiendo de vez en cuando (muy de vez en cuando) en la escena jazzística, sobre todo en los momentos en que Corea necesitaba sacar un grupo de gira. Fue usual, por tanto, la publicación de distintos vinilos que ofrecieron “Lo mejor de...”, y aprovechar este tirón para poner de nuevo de moda al grupo. Así, en 1983, junto a músicos importantes y bajo la denominación Return to Forever, realizó una monstruosa gira por todo el mundo. En los años noventa publicó un doble álbum (Return to the Galaxy) para conmemorar el 25º aniversario del grupo, en el que se daban cita todas las formaciones de la banda.
Entre el proceso de creación de las dos formaciones básicas de Return to Forever, Chick Corea se unió al vibrafonista Gary Burton -a quien ya conocía del grupo de Stan Getz-, con el que mantuvo en los siguientes años una estrecha colaboración. El primer trabajo del dúo fue Cristal Silence (1972), que obtuvo una acogida inmediata entre el público de jazz. Entre sus piezas más sobresalientes se encontraban “Falling Grace” o “What Game Shall We Play Today”. Esta colaboración con Burton le valió a Corea un aumento, si cabe, de su prestigio.
A finales de los años setenta, así como a lo largo de los ochenta, además de lo apuntado sobre la resurrección intermitente de Return to Forever y del dúo con Gary Burton (con quien publicó, en 1978, Duet), Chick Corea siguió inmerso en multitud de colaboraciones. Por un lado, su experiencia en solitario (como la grabación de la serie Delphi I, II y III, en 1979 y 1982); por otro, sus duetos con figuras del jazz, tales como Keith Jarrett (con quien grabó un vinilo), Nicolas Economou, Friedrich Gulda, Herbie Hancock (grabando un par de discos memorables) o John McLaughlin –con quien coincidió en su etapa con Miles-. También fue usual que Chick Corea hiciera tríos o cuartetos con infinidad de formaciones, en las cuales se integraban músicos como Joe Henderson, Benny Wallace, Tete Montoliú, Gary Peacock, Roy Haynes y Miroslav Vitous (con quienes grabó Trio Music, en 1982, un disco doble en el que aparecía un homenaje a Thelonious Monk), Stan Getz, Michael Brecker, Freddie Hubbard, Steve Gadd, Lee Konitz, Eddie Gómez, Chaka Khan e, incluso, participó en alguna grabación de Paco de Lucía, o perteneció al sexteto de Lionel Hampton.
En 1985, el genio de Corea reinventó otra mítica formación eléctrica. Esta vez, los músicos presentados fueron dos jovencísimos virtuosos: Dave Welck (batería) y John Patitucci (contrabajo y bajo eléctrico). El trío fue bautizado como Elektric Band en 1986; sacó algunos vinilos y salió de gira por Estados Unidos, Japón y Europa. En 1987 se incorporaron dos músicos nuevos a la formación, que quedó estructurada como sigue: Eric Marienthal (saxo); Scott Henderson, primero, y Frank Gambale, después (guitarras); John Patitucci (bajo); y Dave Weckl (batería); además del propio Corea, quien intercambiaba piano acústico con sintentizadores. Esta formación fue mantenida por Chick Corea hasta principios de la década de los años noventa; resultó de su andadura una gira mundial que les llevó a tocar en España en los años 1988 y 1990.
Es importante resaltar la actividad clásica de Corea que, en 1986, estrenó un Concierto para piano y orquesta en tres movimientos (tanto en Estados Unidos como en Japón), algo que ya había hecho en 1984, cuando grabó un concierto de Mozart: Concierto para dos pianos y orquesta. Otra formación interesante que se inventó Chick Corea fusionaba el clásico con el jazz. El grupo estaba formado por piano y vibráfono (G. Burton), más el apoyo de un cuarteto de cuerda (dos violines, viola y cello), hacia 1987. En los años noventa, Corea fue alternando entre las formaciones acústicas y eléctricas; en 1998, Chick Corea dio otra gira mundial unido al grupo Origin -cuya formación es: Avishai Cohen (bajo), Adam Cruz (batería), Bob Sheppard (flauta y saxo), Steve Davis (trombón) y Steve Wilson (flauta y saxo), con quienes visitó Europa, incluida España.
La figura de Chick Corea es una de las más relevantes de la historia del jazz y, como músico, es uno de los que más grabaciones atesora con nombre propio. Pianista y compositor original, ha sabido evolucionar el jazz de los setenta; junto a otros pianistas geniales, como Bill Evans o Cecil Taylor, supo imponer un estilo propio lleno de modernidad, cuya influencia se ha dejado notar sobremanera en los últimos treinta años del siglo XX. Al igual que hiciera Miles Davis o Art Blakey, también Chick resultó una fabrica de descubrir talentos; y puede decirse que todo gran músico contemporáneo ha tocado en alguna ocasión con él.
En cualquier caso, muchas son también las influencias que se vislumbran en su estilo: el “ritmo” de Art Tatum, el estilo de Bud Powell, lo “creativo” de Thelonious Monk, la “modernidad” de McCoy Tyner, la armonía “revolucionadora” de Bill Evans, o la “evolución” hacia el free de Cecil Taylor, han configurado un carácter y una personalidad inigualables. Sin duda, su inspiración –claramente romántica-, unida a una gran técnica clásica, conforman una personalidad interpretativa temperamental, llena de múltiples acentos violentos, al tiempo que contiene la pausa, el silencio de todo gran creador. La armonía se disecciona en Chick Corea en varios estadios. Por un lado, la importancia del bajo -en la mano izquierda- que construye los acordes de forma sinuosa –a veces como el propio Bill Evans hacía-, dejando esa función preponderante al contrabajo. Por otro, el vitalismo de la melodía, que en Corea se vuelve eléctrica, rápida, llena de violentos contrastes.
Por otro lado, si bien su sonoridad, limpia y técnica, hace de él un músico sólido y virtuoso, su ritmo, muy definido y temperamental, le vuelve un intérprete romántico y lleno de pasión. En la música de Chick Corea es perceptible la influencia de muchas culturas, aunque sólo dos son muy características: la afrocubana y la española.
Finalmente, a Chick Corea le ha tentado en exceso la música electrónica –de la cual es un importante innovador, al igual que Miles Davis-. Puede decirse que en este ámbito ha cometido sus peores errores; sin embargo, siempre ha sabido volver atrás y retomar el jazz en su estado más puro y conceptual, que es, por otro lado, el campo donde mejor ha sabido expresarse.
En noviembre de 2005 la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE) le concedió el Premio de Honor a toda su carrera en la tercera Bienal SGAE de Jazz Tete Montoliú, dedicada a la memoria del maestro barcelonés.


Chick Corea tocando con el guitarrista español Paco de Lucía
Chick Corea con la pianista japonesa Hiromi Uheara
Chick Corea y Gary Burton tocando Crystal Silence
Chick Corea y Gonzalo Rubalcaba
Chick Corea, concierto completo en 1982 con su banda
Tocando con la Electric band, un teclado guitarra.

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